1) ¿Cuál es su principal devoción?
Soy hermano de los Javieres, por
herencia familiar, y de Pasión, por
devoción tardía. En ambas salgo de nazareno, desde hace treinta años junto al
Cristo de las Almas y en los últimos años junto al Señor de Pasión. Obviamente
son mis grandes referentes, a pesar de sus diferencias artísticas y
patrimoniales. No es uno muy original, pero el Gran Poder y la Macarena serían
mis otras grandes devociones, aunque no sea hermano de sus corporaciones.
2) ¿Cómo le llega la afición por nuestra Semana Santa y conocer su
Historia?
Yo no lo catalogaría como
afición. Se es aficionado al fútbol o a la petanca. Al estudiar Geografía e
Historia me siento atrapado por la historia de la una ciudad que mamas desde
pequeño, en los paseos con tus padres o de camino al instituto San Isidoro, donde estudié. A la Semana Santa
llega uno desde la memoria de la infancia, crece en recuerdos y experiencias, y
luego se une con los estudios
universitarios de Arte e Historia. Una unión difícil porque hay que compaginar
el necesario rigor histórico con algo absolutamente irracional como son los
sentimientos que se mueven en torno a la Semana Santa. Algunos se sorprenden
cuando ven a este historiador, defensor de la estética, de la historia y del
patrimonio de siglos en una cofradía modesta como los Javieres. “¿De los
Javieres?” Pues sí, como también lo soy de una hermandad que tiene al culmen
del Barroco como titular en el Señor de Pasión. Era la idea de Núñez de Herrera
de la imposibilidad de la Teología o de la Geometría en la Semana Santa de
Sevilla. Y últimamente parecen proliferar los supuestos teólogos y matemáticos
en el mundo de la Semana Santa: los que dicen donde está la verdad y dónde no,
y los que sólo se dedican a contar, a medir, a hacer variaciones,
permutaciones, series, integrales, estadísticas… Y ninguno estamos libres de
caer en ello, pero la Semana Santa es más universal, ecuménica y
poliédrica.
3) ¿Cómo visualiza la Semana Santa? (Desde el punto histórico,
analizando el interior y el exterior de las Cofradías).
Siempre he defendido que la
Semana Santa no es más que el reflejo de la sociedad del momento. Como
imitación o como reacción. Por eso es necesario estudiarla con perspectiva
histórica y desde múltiples puntos de vista: lo devocional, lo social, lo
artístico, lo estético, lo económico… Las tradiciones que algunos defienden a
capa y espada son insignificantes en el tiempo en muchas ocasiones. En
hermandades o imágenes de siglos, que vivieron revoluciones, cambios de
reinado, guerras, invasiones, riadas, incendios provocados, epidemias de peste
y mil y una calamidades, que se cambie el tocado de una Virgen, el andar de un
paso o una banda de música; que se enfrenten dos candidaturas en plan político,
que se dejen dos minutos en la Campana o que se cambie un vestidor son
insignificancias históricas a las que se concede demasiado tiempo.
Pienso que en muchas ocasiones
trasciende y se magnifica la cáscara externa de las hermandades en un tiempo en
el que todo se ha sobredimensionado y donde todo es superfluo y dura lo que un
tuit afortunado o un invitado de medio pelo en Sálvame: unos minutos efímeros
de trending topic, de pretendida
gloria mundana frente a la trascendencia histórica de las hermandades. Tampoco
se suele conocer la versión anónima de las hermandades, que siempre es la
mejor: la acción social, la asistencia a pie de calle, el mantenimiento de una
historia de una devoción y de un patrimonio por seres anónimos, las personas
fundamentales de las hermandades, las que tienen el antifaz puesto todo el año.
4) ¿Cree que la Semana Santa necesita un cambio?
La Semana Santa es un ente vivo y
como tal debe cambiar por sí sola. Los cambios externos siempre son mal
recibido por ser ajenos: siempre quiso el poder cambiar desde fuera, el poder
civil en forma de ilustración, nobleza, dictadura o democracia, el poder
eclesial en forma de Arzobispado, párroco o Consejo de Cofradías. Para no morir
de saturación creo que la Semana Santa actual debe podar más que extirpar:
recortar excesos en todos los aspectos, desde la saturación informativa a todo
aquello que es superfluo y que parece ser importante. No se puede colocar en el
mismo nivel de importancia una restauración que el estreno de una marcha, el
tuit de un consiliario tercero de preagrupación parroquial que una
investigación histórica, el tono de color de la cortina superior de un
besamanos que la presencia de la imagen que nos acerca a Dios… Los problemas de
la Semana Santa no son externos, están en su interior, el uso de las hermandades
como vehículos de postureo social, la superficialidad de su día a día, la
mediocridad (fiel reflejo de la sociedad) de sus dirigentes, el absoluto
sobredimensionamiento de carteles, salidas extraordinarias, coronaciones,
pregones, traslados, vía crucis… Todo el mundo lo critica, todas las cofradías
lo critican y al final, como en la famosa tertulia del Pali, todos acaban diciendo lo mismo: Cohones, pondetó… Hasta el
mismo Arzobispado, tan crítico, fomenta a su antojo concesiones y salidas
extraordinarias para congraciarse con un fenómeno que no acaba de entender.
5) ¿Se está perdiendo el significado? ¿Nos puede el Folclore?
Ha habido crisis más graves en la
Semana Santa. Piense en épocas donde la salida de la cofradía era algo
extraordinario, o en pérdida de imágenes y enseres por incendios provocados o
por asaltos de invasores extranjeros, en desapariciones de cofradías por falta
de hermanos… La Semana santa siempre dio cobijo al creyente, al medio agnóstico
y hasta al ateo, pero el problema actual es que está dando cobijo al
friki, el que memoriza doscientos solos
de corneta sin tocarla, el que graba hasta el último detalle del besamanos sin
fijarse en la Imagen, el que cangrejea de espaldas porque quiere ser visto más
que ver, el que se cree alguien en instituciones donde el Todo deben ser las
imágenes titulares, el medio de llegar a Dios, que es la Trascendencia, algo
que es difícilmente compatible con la intrascendencia. El folklore es
necesario, si no, estaríamos en la Semana Santa de la Cruz desnuda, del Vía
Crucis piadoso o de la meditación cuaresmal, el frikismo es totalmente
prescindible.
6) ¿Qué similitud/es podría llevar de la mano a la Semana Santa y a la
Historia?
Todas. La Semana Santa es espejo
de la historia y de la sociedad del momento. En la formación de los jóvenes
actuales es fundamental el conocimiento de la historia para entender la
sociedad y la Semana Santa actual, pero no como una simple acumulación de
datos: Carrera sólo hay uno. Se trata de ver el pasado desde nuevas perspectivas
para llevar a una comprensión. Así no caeríamos en los populismos actuales de
la política fruto de una sociedad simplista, con eslóganes de 140 caracteres y
demagogias de televisiones bananeras. Todo
esta por hacer, nos decía el profesor Serrera en la Facultad. Todo está por
escribir. Todo está por crear. Pero desde el conocimiento de lo pasado. Que
nadie se crea vanguardista por innovar, que ya existió Rodríguez Ojeda o Mesa,
que revolucionarios también se creyeron los que tiraron las murallas y que modernos
se creyeron los que vendieron palios con bordados antiguos para sustituirlos
por vulgaridades que no aportaban nada.
7) ¿El San Juan de los Javieres, bajo palio? ¿Qué piensa?
Una buena decisión. La defiendo
desde hace muchos años. Una imagen de calidad, muy probablemente de Montes de
Oca, del siglo XVIII. Además, compondrá bien en el paso de palio. Y debería ser
una norma de actuación de las cofradías: pensar en el futuro y en los nuevos
tiempos pero sin olvidar el pasado. Sorprende que en Sevilla haya imágenes de
enorme calidad de siglos pasados y que estén olvidadas y llenas de polvo en
sacristías y rincones, mientras muchos a inventar cofradías con tallas de
dudosísimo gusto, sin la más mínima calidad estética. Es un signo de los
tiempos. Ojalá otras hermandades supieran seguir ese camino de recuperación del
patrimonio de una ciudad que normalmente, por desconocimiento, maltrata su
riquísima historia. En Sevilla se caen los conventos, por el desinterés más
absoluto del Arzobispado y de eso que
llaman sociedad civil, pero se doran y redoran retablos que no aportan nada o se
cambian y recambian piezas para crear una Semana Santa cada vez más homogénea y
vulgar en su estética.
8) ¿Algún libro que le gustase aconsejar a los Cofrades Sevillanos?
A pesar de las reediciones, el
siempre desconocido “Semana Santa. Teoría y Realidad” de Antonio Núñez de
Herrera, un ejemplo de escritura de vanguardia absoluta…hace ochenta años.
Todavía hay muchos que no lo comprenden. Para la historia, siempre está bien la
mirada a los clásicos, Bermejo por ejemplo. Y más que libros de cofradías,
siempre recomendables los libros que van más allá, los referidos a la historia
de Sevilla y del Arte: así se aprende a contextualizar.
9) ¿Su mejor obra escrita?
Supongo que estará por hacer. A
cada libro le encuentro un porqué y creo que cumple su función. La Historia de
Sevilla, mi primer libro, creo que sigue siendo una síntesis que permite
acercarse en muy pocas páginas a la historia de la ciudad, algo que hicimos
junto a Paco Robles y Álvaro Pastor en la “Historia de la Semana Santa
sevillana”, que debería ser reeditado en estos tiempos de vacío editorial. Creo
que con “Iglesias de Sevilla” cumplí con un libro necesario (afortunadamente
muy vendido) para la divulgación general. En “Conventos de Sevilla” disfruté
junto a Antonio Sánchez Carrasco descubriendo un mundo único en vías de
desaparición por la desidia del Arzobispado y el analfabetismo cultural de los
poderes de la ciudad. En “Teorías y realidades” me atreví con el humor y el
sentido profundo de la Semana Santa. Creo que “Martínez Montañés, obra
sevillana” es una síntesis al alcance de todos los públicos, con las fotos de
Fran Silva, que acercará y motivará a nuevas investigaciones sobre la escultura
sevillana. Con las monografías sobre el Gran Poder y la Macarena pretendí
resumir, tarea difícil, la historia y el patrimonio de dos hermandades que
definen a la ciudad. En otros libros, “Retrato de una dama”, “Las curvas de
Venus”, “Palabras como labios”… he
intentado crear historias diferentes, desde la historia, el cuento, el
microrrelato erótico o el ensayo.
10) La obra cumbre de la Imaginería Sevillana.
Jesús de la Pasión. Asombro de
los siglos venideros.
Redacción: Jesús Cantos y Jesús Pérez.
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